Hace algunas décadas que abandoné el aula. Una época en la que la lengua francesa era la que se incluía el currículum educativo. Con la incorporación de España a la Unión Europea (antigua Comunidad Económica Europea -CEE-) se produjo un cambio de paradigma y el aprendizaje del inglés, favorecido por el paso firme hacia una globalización que ha desarrollado nuevos contextos sociales, culturales y económicos, la ha convertido en la lengua extranjera elegida como materia troncal obligatoria en los planes educativos de Primaria, Secundaria y Bachillerato. Una circunstancia que ha favorecido la proliferación de colegios bilingües con el objetivo de que los estudiantes españoles mejoren su habilidad con este idioma, que cada vez se ha hecho más necesario para desarrollarse en el mundo actual.
La importancia del uso de esta lengua para desenvolverse en ámbitos tan diferentes como la cultura, la ciencia o la economía, ha hecho que los progenitores consideren el aprendizaje en idiomas de sus hijos un hecho prioritario para garantizarles un futuro profesional exitoso. La doctora Teresa Fleta, experta en adquisición del lenguaje por niños y colaboradora de la UCM, señala que “hablar idiomas abre un mundo de posibilidades a los estudiantes, de tipo personal, laboral, social y cultural, frente a los monolingües. Además, las personas que hablan más de una lengua tienen activas las estructuras de esas lenguas en su mente e incluso, como ha sugerido Ellen Bialystok, puede representar eventualmente una protección ante posibles deterioros cognitivos”. En el terreno profesional, continúa esta experta, “el aprendizaje de otros idiomas, les permite estudiar o trabajar en los países donde se hablan esas lenguas y también relacionarse con otras personas y entrar en contacto con otras culturas. A la hora de optar por un puesto de trabajo, puede suponer un factor determinante”.
Una opinión que coincide con la expuesta por Juan Carlos Cubeiro, presidente para Europa de About My Brain Institute, quien explica que “el aprendizaje de idiomas posee una importancia capital para nuestros estudiantes, y así lo considera la Unión Europea al incorporar las capacidades lingüísticas al mismo nivel que las digitales para la empleabilidad”. Porque, según sostiene Juan Carlos Cubeiro, “no se trata solo de la capacidad de trabajar en una compañía multinacional en la que el inglés, el francés, el italiano o el alemán resultan imprescindibles, sino de la capacidad de leer, de conversar, de comunicar con profesionales en otras lenguas. Además de expandir el cerebro de los futuros profesionales en sus capacidades cognitivas con el manejo de varios idiomas”. La habilidad de poder comunicarse en otros idiomas diferentes a la lengua materna hace que esas personas, en opinión del presidente de About My Brain Institute, “sean más versátiles, más tolerantes, más empáticos, colaboren más… Por tanto, en el aprendizaje de idiomas hay una relación entre la aptitud mental y la actitud profesional. En líneas generales, los profesionales que hablan varios idiomas son más empleables porque son mejores profesionales”.
La falta de competencia de los alumnos españoles, tradicionalmente, en un segundo idioma, en este caso el inglés, se debe en opinión de José Manuel Palomino, Máster Oficial en Enseñanza de Inglés como Lengua Extranjera (TEFL) de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), “a las características sociales y culturales que tenemos. Estamos menos expuestos a un idioma extranjero en relación, por ejemplo, a nuestros países vecinos europeos. Nuestro idioma, el castellano, es un idioma muy potente y nos beneficiamos de una industria de doblaje, editorial o audiovisual que es colosal, con lo cual ver las películas en versión original es algo que no ha estado a nuestra disposición hasta hace bien poco que las tecnologías nos lo han permitido y tampoco había mucha cultura de ver películas sin doblar.”
Los actuales planes de estudios están orientados a conseguir que los jóvenes adquieran un excelente nivel en esa segunda lengua, pero lo cierto es que no finalizan sus estudios con la competencia que el mercado laboral exige. Una circunstancia motivada entre otras cosas, según el experto en Talento y Recursos Humanos, a que la enseñanza de idiomas en nuestro país ha tenido consideración de “maría”. “Con un modelo de universidad que preparaba funcionarios, que salvo contadas excepciones no necesitaban saber idiomas, o con un profesorado que, en general, tampoco era bilingüe y no dominaba la pedagogía del aprendizaje de idiomas”, afirma Juan Carlos Cubeiro. Además, continúa este especialista, “sorprende que la gran mayoría de los estudiantes terminan el Bachillerato sin hablar inglés convenientemente”.
Actualmente estamos inmersos en la denominada Globalización 4.0, dice Juan Carlos Cubeiro, “donde las empresas insisten en que hablar un segundo idioma, generalmente el inglés, es imprescindible para la búsqueda de un empleo, máxime con un porcentaje de desempleo juvenil como el que padece nuestro país, superior al 40%. Los padres, que son los “consejeros laborales” del 90% de los estudiantes en España, deberían tenerlo muy en cuenta, por mucho que en su época no fuera tan importante”.
Laia Canals, profesora del máster universitario de Enseñanza y Aprendizaje de Idiomas mediante la Tecnología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), opina que para que la enseñanza del inglés sea efectiva durante las etapas educativas preuniversitarias “es esencial la formación inicial de los profesores de idiomas tanto a nivel lingüístico como en metodologías de la enseñanza de idiomas que fomenten un aprendizaje que contemple todas las competencias; es decir, la escritura y lectura sin olvidar la comprensión, expresión e interacción orales siguiendo enfoques como el aprendizaje por tareas y añadiendo, por ejemplo, elementos de gamificación mediante el uso de tecnologías educativas”. También habría que incluir cambios en el currículum que se sigue en la escuela y los libros de texto. “Quizá en lugar de ser tan ambiciosos en términos de gramática, deberíamos apostar por trabajar más el que los alumnos pudieran usar la lengua para comunicarse en situaciones de más simples a más complejas, tal como plantea el marco europeo de referencia para las lenguas”, sostiene.
Otra de las mejoras que deben incluir los docentes es una mayor formación en el uso de las tecnologías educativas para la enseñanza de idiomas, una carencia que la pandemia ha puesto de manifiesto cuando la docencia presencial pasó a ser online. Laia Canals considera que “el uso del medio online o las tecnologías educativas requieren una reflexión crítica y una planificación previa, puesto que son nuevos contextos para la enseñanza-aprendizaje de idiomas que tienen sus propias metodologías. Lo ideal sería poder formar a los docentes para que supieran integrar de forma efectiva las nuevas tecnologías en la enseñanza de la lengua extranjera”. Un elemento, el de las nuevas tecnologías en los aprendizajes de idiomas que, según José Manuel Palomino, “suma porque aumenta la motivación del alumnado e incrementa el interés por el aprendizaje de otros idiomas”.
En relación con cuál es la mejor etapa educativa para que el aprendizaje de otros idiomas sea efectivo, existe cierta controversia entre académicos e investigadores. La colaboradora de la UCM considera que “si el aprendizaje se acomete en la infancia se convierte en un proceso largo en el que los niños aprenden de manera intuitiva y estando involucrados holísticamente en el proceso de aprendizaje. Básicamente, aprenden escuchando, entendiendo los mensajes y hablando. Sin embargo, el desarrollo de las capacidades metacognitivas de los adolescentes hace que el aprendizaje de lenguas en esta etapa se lleve a cabo con la instrucción formal de las reglas gramaticales y sea más rápido”.