Las autoridades sanitarias brasileñas autorizaron este miércoles la retomada de los experimentos que se realizan en el país con una vacuna china contra la covid-19, que habían sido suspendidos el lunes tras la muerte de un voluntario.
La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) informó en un comunicado que autorizó la reanudación de las pruebas e indicó en que la suspensión temporal, que causó un enorme revuelo político en el país, fue levantada tras analizar nuevos datos «técnicos» remitidos por el Instituto Butantan, responsable en Brasil por los experimentos.
«La suspensión y la retomada de los estudios clínicos son eventos comunes en una pesquisa clínica y todos los estudios destinados al registro de medicamentos que están autorizados en el país se evalúan previamente con el objetivo de preservar la seguridad de todos los voluntarios del estudio», indicó la nota.
La suspensión fue decidida tras la muerte de un voluntario, que según la prensa se suicidó por razones no aclaradas, y la decisión fue recibida casi con indignación por el Instituto Butantan, que una y otra vez declaró que el deceso no se relacionaba con la vacuna, que es desarrollada por el laboratorio chino Sinovac.
La polémica fue alimentada por el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, líder de una negacionista ultraderecha, quien al saber de la suspensión la llevó al plano político y a sus diferencias con el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria, que patrocina el experimento y le disputa el liderazgo en el conservadurismo.
«Una más que Jair Bolsonaro gana», escribió el mandatario en su cuenta en Facebook, en respuesta a un seguidor que le preguntaba si el Gobierno compraría la vacuna de Sinovac, si se comprobase su eficacia. «Muerte, invalidez, anomalía. Esa es la vacuna que Doria quería obligar a los paulistanos a tomar», agregó su publicación en Facebook, en la cual reiteró que la inmunización «jamás podría ser obligatoria» en el país, como defiende el gobernador paulista.
El mes pasado, Bolsonaro había afirmado que «el pueblo brasileño no será conejillo de indias de nadie» y que «no se justifica un billonario aporte financiero en una medicina que ni siquiera superó la fase de pruebas», en alusión a lo que ya calificaba de «vacuna de Doria» y sobre la cual avisó que «no será comprada» por su Gobierno.
La reacción de Bolsonaro fue objeto de críticas tanto en medios científicos como políticos y llegó a ser calificada como una muestra de su «insensibilidad» frente a la pandemia, que en Brasil ya deja casi 163.000 muertos y 5,7 millones de contagios.