Selena Gomez es muy consciente de que, en el último par de años, su imagen pública se ha visto definida por sus problemas de salud y su vida amorosa, desde su breve relación sentimental con The Weeknd al compromiso de su ex Justin Bieber con la modelo Hailey Baldwin, que se anunció tan solo cinco meses después de que ellos dos acudieran juntos a la boda del padre del cantante.
Las canciones de desamor que incluye su último álbum ‘Rare’, como ‘Lose You to Love Me’, que sus fans están convencidos que habla de su antiguo novio de la adolescencia, han contribuido a cimentar ese aire de melancolía que la rodea, pero ella quiere dejar muy claro que reflejan solo un período muy concreto de su vida. En resumen: no es la persona «triste» o amargada que muchos imaginan.
«Lo que quiero que comprenda la gente es que ha sido un viaje que ya se ha acabado. No quiero que nadie piense que soy una persona triste o herida. Eso es algo que ya no me interesa. Quiero que los demás sepan que experimenté cosas que eran muy reales, pero esa parte de mí misma ha desaparecido», ha afirmado en una entrevista a la revista Rolling Stone.
Por otra parte, hace tiempo que Selena renunció a proyectar ese aura de perfección y alegría que definió su etapa como estrella Disney para empezar a hablar con la mayor franqueza posible, por ejemplo, del trastorno bipolar que padece o de sus inseguridades, derivadas del transplante de riñón al que se sometió en 2017 y que le dejó varias cicatrices.
«Pasé años de mi vida midiendo todo lo que decía o hacía. No porque tuviera miedo… sencillamente no sabía si tenía derecho a usar mi voz. No sabía si me traería problemas o enfadaría a mi público. Quería ir siempre a lo seguro», ha admitido.