Hay un dicho: “De lo que ves, créete la mitad, y de lo que no veas no te creas nada”. Pues bien, puede que este refrán haga referencia únicamente a los adultos, quienes, ya cargados de experiencias de todo tipo, vemos la vida con ciertas reticencias y desconfianzas, es decir, necesitamos evidencias de todo, o de casi todo lo que oímos, y hasta de lo que vemos. Pero, ¿qué hay de los niños? ¿Confían ellos en lo que escuchan, y no ven?
Pues bien, todo esto, ha sido recientemente analizado en un estudio llevado a cabo por psicólogos expertos del Reino Unido y, que ha sido publicado en el ‘Journal of Experimental Child Psychology’; y desde luego, en respuesta a la última cuestión, sugerirían que no, ya que acaban de evidenciar cómo los niños pequeños (menores de 8 años), tienen un dominio auditivo total, llegando a priorizar exponencialmente lo que oyen, por encima de lo que ven, y de cómo les influye y les hace sentir eso que perciben y ocurre a su alrededor de manera auditiva. Un hallazgo que podría beneficiar tanto a los padres y los profesores en los colegios a la hora de educarles en la gestión de las emociones, esa asignatura tan importante para el correcto desarrollo emocional de los niños.
Porque, para el autor principal de esta investigación, el Dr. Paddy Ross, del Departamento de Psicología de la Universidad de Durham, no se puede en ningún caso subestimar lo que escuchan los niños en cualquier conflicto, discusión o debate susceptible de generar emociones. “El estudio demuestra cómo los niños pequeños confían demasiado en lo que escuchan, para emitir juicios después sobre las emociones generales dadas en una situación”, dice. Un informe que salió a la luz el pasado mes de enero y que hace hincapié en el hecho de que, dada la situación pandémica actual, unido a las condiciones climatológicas propias del invierno y otros factores, muchos niños se han visto y se ven obligados a pasar más horas en casa junto a sus padres o progenitores, por lo que están más expuestos a estas situaciones.
“Con tantos niños pasando mucho más tiempo en casa, actualmente, es muy valioso considerar lo que pueden llegar a escuchar y captar”, continúa. De esta forma, en el informe, se reconocen diferentes trayectorias de desarrollo para el reconocimiento de emociones tanto corporales, como de voz y auditivas, un hecho que a los expertos los ha llevado a, incluso, poder ayudar a niños con problemas de desarrollo como el trastorno en el espectro autista (TDAH).
El denominado “efecto Colavita” para el reconocimiento de las emociones
Un reconocimiento efectivo de las emociones en cada momento, desde luego, es algo, si no casi obligado, al menos muy necesario para desenvolvernos con éxito en los distintos contextos sociales. Sobre cómo interceptamos la alegría, la tristeza o el miedo en cada situación, la reconocemos, y la gestionamos, no solo las nuestras, sino las de los que nos rodean. Y normalmente, mientras que los adultos se exponen a los estímulos sensoriales básicos, o el llamado efecto denominado Colavita en psicología, es decir, cuando la visión o lo que vemos en cualquier entorno, domina ante todo sobre la audición, e incluso, lo táctil, estos últimos hallazgos aseguran cómo los niños presentan ese dominio sensorial auditivo, el cual priorizan para determinar sus emociones en cualquier ambiente.
Y a pesar de que, actualmente no se sabe si este fenómeno se aplica a estímulos sociales algo más complejos, lo que sí es cierto es que los niños llegan hasta a ignorar los estímulos visuales o de otro tipo a la hora de reconocer cómo se sienten. Para la psicóloga clínica infantil Susana Tarí, resulta imprescindible, su educación emocional, y enseñarles a enfrentarse a los problemas que se presentan a lo largo de su vida de una manera adecuada, algo que les traerá beneficios, no solo en la infancia sino también en la edad adulta. “En los primeros años de vida, los niños poseen una importante plasticidad cerebral, por lo que es en esta etapa donde el aprendizaje es especialmente importante para el enriquecimiento y adecuado desarrollo tanto el área cognitiva como afectiva”, dice.
Entonces, si los niños de edades tempranas confían más en lo que escuchan, sería importante asumir que las palabras que los niños oyen y atienden, son un arma muy poderosa, las cuales determinan cómo se siente un niño. “Al final, sea como fuere, la percepción de control sobre todo aquello que les ocurre, en este caso de lo que oigan, es fundamental para un adecuado desarrollo de su autoestima, su autoconcepto, y hay que ayudarles”, concluye.