Hace 80 años murió James Joyce, el escritor irlandés que con un libro revolucionó la novela del siglo XX. Ese libro fue el Ulises, una novela que se mantuvo oculta durante más de una década. Estaba prohibida. Quienes la leyeron consideraban que en sus páginas contenía un terremoto que iba a sacudir toda la literatura.
La novela, que al principio, retando a la censura, se empezó a publicar por capítulos en revistas −se publicó íntegra en Francia, 1922−, cuenta un día en la vida de Leopold Bloom, el 16 de junio del 1904, en la ciudad de Dublín. Esta fecha no es gratuita, sino que tiene que ver mucho en la vida de Joyce. Es el día, mes y año en que Joyce salió por primera vez con Nora Barnacle, a quien conoció en una calle de Dublín. Ella era mayor que él dos años y trabajaba de camarera en un hotel. Se convirtió en su compañera y esposa. Ambos, junto a su hijo Giorgio, están sepultados en el cementerio de Friedhof Fluntern, Zúrich.
En este nuevo aniversario de su muerte, Joyce puede al fin descansar en paz. Ocurre que desde años había campañas para repatriar sus restos a Dublín. En Zúrich, por supuesto, se opusieron para que esto suceda. Todo este litigio algunos lo reconocen como la “batalla de los huesos”.
Se cuenta que el autor de Ulises tuvo una relación complicada con su ciudad natal, una suerte de amor y odio por varias razones. Hay quienes arguyen que es debido a Dublineses (1914), su primer libro de cuentos, que él escribió a manera de homenaje a su ciudad natal. Sin embargo, las editoriales, los lectores no lo veían así, y más bien, en la medida que el escritor retrata a los dublineses en pasajes pocos afortunados, consideran que ese libro era una traición a Irlanda. Después de ese libro, el escritor no volvería más a Dublín. Tras vivir en Trieste, Roma, París y Zúrich, muere el 13 de enero de 1941 a causa de una peritonitis.
La última campaña para repatriar sus restos a Dublín se realizó según Efe, el 2019, cuando dos concejales del ayuntamiento de la capital irlandesa plantearon retornar el cuerpo del escritor a través de los trámites diplomáticos. Es así que Paddy McCartan (democristiano) y Demot Lacy (laborista), según la agencia española, llegaron a promover una moción en ese sentido. Argumentaban que los últimos deseos manifiestos por el escritor y su esposa, que murió diez años después, eran los de ser sepultados en Dublín.
La batalla de los huesos
Al otro lado de los concejales dublineses se opuso el académico Fritz Senn, director de la “Fundación James Joyce”, que él mismo estableció en Zúrich hace más de 30 años.
Para Senn, no está claro cuál ha sido el último deseo de Joyce, pero sí sostiene, según Efe, que el autor nunca quiso adquirir la nacionalidad irlandesa cuando se creó el Estado libre irlandés en 1922, tras la independencia del Reino Unido.
Joyce rechazó en dos ocasiones la oportunidad de obtener el pasaporte “verde”, según han confirmado sus biógrafos. Murió siendo británico.
Senn ha señalado que este asunto, que bautizó con humor como la “batalla de los huesos”, plantea otras dificultades.
Junto a las tumbas de Joyce, Nora y Giorgio también está enterrada la segunda esposa de este último, Asta Osterwalder, quien no tiene relación alguna con Irlanda.
“La ciudad está muy orgullosa de tener esta tumba. Es una reacción normal. Zúrich fue el último refugio de Joyce”, declaró Senn recientemente.
De momento, la “batalla de los huesos” la ganan los suizos, después de que los dos concejales hayan parado definitivamente la citada moción.
“Al final la hemos retirado porque se trató de un error por nuestra parte”, explica a Efe Dermot Lacy.
“Alguien cercano a la familia” del escritor, prosigue, “nos llevó a creer” que “entre sus últimas voluntades” figuraba el deseo de regresar a Irlanda junto a Nora Barnacle.
“Después constatamos que no era así. Una persona de nuestra circunscripción, que no voy a nombrar, se había puesto en contacto con nosotros para plantear la cuestión. Cuando presentamos el proyecto, esa misma persona nos criticó después públicamente y, tras obtener más información, lo dejamos estar”, expone el político.
James Joyce puede al fin descansar en paz.
Datos
Nombre. James Augustine Aloysius Joyce (Dublín, 2 de febrero de 1882-Zúrich, 13 de enero de 1941).
Profecía. Joyce dijo: “He escrito el Ulises para tener ocupados a los críticos durante 300 años”. Es verdad.