Es recomendable no reemplazar de inmediato los juguetes rotos, explicar a los hijos los beneficios de donar lo que ya no usan y de buscarles una segunda vida
Una de las enseñanzas que padres, madres y docentes intentan inculcar a los niños desde muy pequeños es a valorar los juguetes, el material escolar o la ropa. ¿Por qué? Porque, normalmente, cuando algo se rompe enseguida lo asocian con algo viejo o dicen que ya no sirve; el objeto se convierte en algo que ya no satisface sus necesidades y que hay que reemplazar de inmediato. Para los expertos, el valor, lo que vale algo o la vida que tiene, es un concepto que no solo se adquiere a medida que crecemos. Es más, se puede aprender a cualquier edad.
Un ejemplo es el que ofreció la profesora de Educación Infantil Lola Cabrillana en Twitter. Esta contó cómo alteró un día la programación escolar que tenía prevista cuando escuchó que un alumno le dijo a una compañera que su bolsa del desayuno era vieja, estaba desgastada. Según relató en la red social, fue justo en ese momento cuando Cabrillana, que trabaja en el colegio MCI del barrio Palma-Palmilla (Málaga), sentó a todos sus estudiantes y puso en el suelo todos los juguetes que tenían en el aula, la mayoría donados, según explicó en la red social, y hablaron de lo que era útil y lo que no y hasta cuándo podía serlo.
En su publicación, explicaba: “Les invito a hacer dos grupos. En uno pondremos las cosas nuevas y en otro las cosas viejas. La cocinita es de mi sobrina del año catupum chimpum. Y muchos juguetes de sus favoritos también van a parar al montón de los viejos. Cuando ya tenemos la clase desmantelada (y ha venido la visita que siempre viene en estos casos, no falla), reflexionamos sobre las cosas viejas. Realmente nos sirven. Nos gusta jugar con ellas. No importa que estén viejas si podemos divertirnos con ellas”. “Aquel día aprendieron que las cosas viejas no son malas. Incluso uno de los niños me dijo que su abuelo era viejo y que le quería un montón”, se ríe por teléfono la maestra.
“El valor de las cosas es algo que se va aprendiendo con la edad, pero también por el entorno y la estimulación que se reciba al respecto”, aclara María Jesús Campos, psicóloga y orientadora experta en niños y adolescentes. Dar ejemplo como padres es la principal recomendación: “Ser guía y apoyo sobre cómo cuidar lo que se tiene”. Campos expone algunos ejemplos de instrucciones básicas para que los niños más pequeños vayan aprendiendo a valorar las cosas: “Enseñarles a recoger los juguetes una vez que los han usado y mostrarles cómo cuidar el material; o revisar que están todos los componentes de un juego antes de guardarlo para poder volver a usarlo, o que un rotulador tiene su tapa para que no se seque, entre otros”. La psicóloga incide también en que los padres no deben ceder ante las rabietas que puedan surgir en las situaciones citadas: “Es importante saber poner límites y explicar las situaciones y motivos adaptando la comunicación y el mensaje a su edad”.
Aprender el valor del dinero
Aunque enseñar el valor económico de las cosas es un concepto complicado para los niños más pequeños, porque no conciben el precio de un objeto, sí que es necesario hablar con ellos con naturalidad del dinero. Así lo recomienda Amalia Guerrero, experta en educación financiera para familias y autora del libro En casa las cuentas claras (Plataforma Actual): “Es bueno que a partir de los seis años empecemos a darle una paga como herramienta educativa, para que cuando salgamos de casa sea él el que lo administre y decida en qué lo gasta”.
Otro de los consejos que la experta recomienda poner en práctica es ir a la compra con ellos: “Aunque en muchas ocasiones sea más práctico ir solos, si no lo hacemos juntos perderemos la oportunidad de enseñarles una lección muy valiosa: lo que cuesta cada cosa y por qué compramos unas y no otras”. Además, Guerrero invita a que padres y madres se lo tomen como un divertimento: “Que jueguen, que sean nuestros detectives y busquen el precio más económico, por ejemplo”.
Reciclar antes de tirar
Campos recomienda no reemplazar un objeto por otro justo en cuanto se rompa. “Si continuamente compramos y vamos dando materiales y juguetes nuevos, los menores percibirán que estos no tienen valor porque es como si estuvieran de paso y se pueden sustituir con facilidad”, explica. Lo ideal, asegura una vez más, “es poner límites y no comprar continuamente cosas o dar todo lo que piden, aunque a veces sea complicado”. Una solución es pensar si es necesario adquirir un nuevo producto para reemplazarlo: “Dar un tiempo de reposo a las decisiones y ver si podemos darle otra utilidad a ese objeto, para nuestro disfrute o el de los demás”.
Una buena opción es donar los juguetes que los niños ya no usan. Una de las campañas que contribuyen al reciclaje de objetos y a la economía circular es la de Comparte y Recicla, de La Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ). Ellos trabajan para concienciar a las familias de que estos objetos pueden tener una segunda vida. Durante 2021, se recogieron 131 toneladas de juguetes usados en España, según el Estudio Anual de la AEFJ. A través de campañas en televisión y en prensa, intentan sensibilizar a la sociedad de la importancia de reciclar los juguetes con los que los menores ya no juegan. “Es fundamental que tratemos de concienciar a los más pequeños de que el mismo juguete que a ellos les ha dado tanto hará lo mismo con otro niño”, aclara Marta Pastor, la directora de la fundación Crecer Jugando.
De reciclar material y objetos saben mucho los docentes. Cabrillana explica que un clásico en su clase son los tapones que utiliza tanto para los trabajos manuales como para aprender a través del proyecto de reciclaje: “Con estos pequeños gestos, los niños desde los tres años aprenden a valorar el material que utilizan”. “Los padres se sorprenden cuando les explico cómo cuidan las cosas en el colegio”, prosigue la maestra, “no entienden que en el aula sí y en casa no”. Para ella, todo esto es un trabajo de ensayo y error: “De ser constante y de buscar esa segunda vida a los objetos antes de tirarlos, una cuestión que necesita del apoyo de toda la sociedad y de las familias”.