Los presidentes de Brasil, Lula da Silva, y China, Xi Jinping, firmaron 14 acuerdos, entre los que destaca el de establecimiento de operación directa de transacciones comerciales entre ambos países en yuanes «sin necesidad de dolarización».
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, culminó una visita a China que supone una declaración de intenciones sobre la hoja de ruta que el país sudamericano quiere trazar, un camino que pasa por el gigante asiático en medio de la creciente hostilidad entre Washington y Pekín.
Durante su reunión este viernes con el líder chino, Xi Jinping, Lula abogó por profundizar los lazos con el gigante asiático «más allá del interés comercial» y recogió el guante del «multilateralismo verdadero» que respalda China para apostar por el engarce de las economías y mercados brasileño y chino frente al desacoplamiento que propugna Estados Unidos.
Xi manifestó a Lula da Silva que sus relaciones «jugarán un papel clave para la estabilidad y paz mundiales» y, al término de la reunión, ambas partes publicaron una declaración conjunta en la que acordaron que el diálogo es «la única solución» para terminar con la guerra en Ucrania.
El comunicado refleja que Brasil «ve positivamente» la postura china sobre el conflicto -criticada por Occidente por poner en el mismo plano «al agresor y al agredido»- y ambas partes quedaron en mantener «intercambios» al respecto.
Los dos países acordaron asimismo que «no se puede omitir el impacto del cambio climático» y se emplazaron a «fortalecer la cooperación en los campos de protección ambiental».
Además, Lula da Silva y Xi Jinping presidieron la firma de 14 acuerdos para estrechar lazos en el área comercial, protocolos fitosanitarios, tecnología, desarrollo, transición energética y otros ámbitos de colaboración en el marco de la asociación estratégica bilateral.
Entre los compromisos destacan el de establecimiento de operación directa de transacciones comerciales entre Brasil y China en yuanes, «sin necesidad de dolarización», así como la construcción del sexto satélite fabricado entre ambas naciones, el CBERS-6, que vigilará la biomasa de la selva amazónica.
IMPULSO AL NUEVO BANCO DE DESARROLLO
Lula, de 77 años, mantuvo una agenda apretada en su último día en China: además de Xi, también se reunió con el primer ministro, Li Qiang, y con el presidente del Legislativo, Zhao Leji, y realizó una ofrenda floral en la plaza de Tiananmen.
También se vio con Zhang Zhigang, el presidente del operador estatal del sistema eléctrico chino, State Grid, empresa que ha invertido fuertemente en la infraestructura eléctrica brasileña en los últimos años.
El presidente brasileño, que acaba de cumplir cien días en el cargo, llegó al país acompañado de 8 ministros, 5 gobernadores y más de doscientos líderes empresariales, y su primera parada fue Shanghái, donde arropó a su sucesora en el cargo entre 2011 y 2016, Dilma Rousseff, como nueva jefa del banco de fomento de los BRICS, foro que Brasil integra junto con Rusia, India, China y Sudáfrica.
No en vano, la declaración conjunta plasma el apoyo de ambos países a la promoción de «una globalización económica más abierta, inclusiva y equilibrada».
Y el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) que dirigirá Rousseff reúne, según Lula, «todas las condiciones para convertirse en el gran banco del Sur Global», con «modelos de financiación innovadores, capaces de captar recursos públicos y privados para tener el máximo impacto».