El dolor y la pérdida pueden dejar un vacío difícil de llenar.
Kate Cole extraña tremendamente a Cassius, su perro cruce de bóxer y gran danés que murió en enero.
Cassius acostumbraba a pararse entre sus piernas cuando ella lavaba los platos. La acompañó mientras miraba sesiones maratónicas en Netflix durante la cuarentena de COVID-19 y no se alejó de su lado cuando ella tuvo cáncer. Hasta podía decir “te amo” (y sonaba exactamente como Scooby-Doo).
Pero cuando Cassius sufrió convulsiones durante dos días, Cole, su esposo y sus dos hijos tuvieron que decirle adiós.
“Fue desgarrador y sentimos el vacío más grande del mundo”, dice Cole, de 53 años, quien vive en Waverly, Pensilvania. “Y yo sigo sintiendo ese vacío todo el tiempo”.
Muchos hogares del país se identifican con ese sentir. Según una encuesta realizada por la American Pet Products Association en el período 2021-2022, el 70% —o aproximadamente 90.5 millones de familias— tenían una mascota. Y, en algún momento, esas mascotas llegan al final de la vida.
Los amigos peludos con frecuencia se consideran miembros de la familia y hasta pueden ser la única compañía de un adulto mayor. Esas pérdidas pueden tener un efecto emocional devastador, dice Sarah Bowen, autora de Sacred Sendoffs: An Animal Chaplain’s Advice for Surviving Animal Loss, Making Life Meaningful, & Healing the Planet.
“La pérdida de un gato o de un perro [o de cualquier otra mascota amada] puede ser devastadora debido a la intensidad del lazo entre el humano y el animal”, dice Bowen. “Los animales están entrelazados en nuestra vida, por eso es que cuando no están, el silencio en la casa es impresionante”.
Marcar la muerte de una mascota
Las investigaciones sobre la pérdida de una mascota indican que el hecho puede afectar profundamente a los seres humanos. La revista Journal of Applied Animal Welfare Science publicó una revisión de literatura en el 2021 sobre el duelo por una mascota y los mecanismos de asimilación, la cual reveló que los dueños de mascotas son propensos a experimentar sentimientos de soledad y a sentir vergüenza por el nivel de dolor que los asalta cuando muere una mascota.
“Por eso es que cuando alguien pierde un perro compañero y nosotros le decimos: ‘Bueno, era solo un perro. Busca otro’, no estamos prestando atención a la experiencia que está viviendo esa persona, una experiencia de dolor complicado”, dice Bowen.
Y agrega que la muerte de una mascota también puede desencadenar emociones relacionadas con otras muertes, ya sea de animales o de personas. “Cuando sufrimos una pérdida, todas las otras pérdidas que hemos tenido resurgen a un mismo tiempo”, dice Bowen.
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Jeffrey Holsopple, de 54 años, de Greenville, Carolina del Sur, sintió miedo, luego enojo y luego culpa cuando Bella, su gata calicó de 18 meses, se escapó de la casa y murió atropellada por un auto. Holsopple la enterró en el jardín de atrás, bajo un pino. Colocó una roca decorativa en el lugar.
“Después, me quedé con una sensación profunda de pérdida”, dice. “Mi madre había muerto de cáncer un año antes, y la muerte de Bella sacó a relucir muchos sentimientos que eran difíciles de confrontar”.
Los dueños de mascotas con frecuencia encuentran formas de conmemorar a sus animales, y esos métodos los ayudan a sentirse mejor, dice E.B. Bartels, autora de Good Grief: On Loving Pets, Here and Hereafter.
Para su libro, Bartels entrevistó a dueños de mascotas e investigó distintas culturas a fin de conocer las formas en que las personas lloran y conmemoran a sus animales. Algunas se han hecho tatuajes; otras han puesto el pelaje o las cenizas de su mascota en coloridas cuentas de vidrio, o han creado álbumes de fotos y de recortes. Los cementerios de animales son comunes.
“Si quieres embalsamar a tu perro, deberías hacerlo. Si quieres tejer una bufanda con el pelaje de tu gato, deberías hacerlo”, dice Bartels. “Como no hay estándares sociales para cuando muere una mascota, en realidad es muy liberador poder hacer lo que sientes como más apropiado para honrar esa relación”.
Bartels se asombró de la cantidad de personas que se sorprendieron del dolor que sintieron cuando murió su mascota y dice que comprende el impacto que puede tener una mascota en la percepción de sentirse aceptado en el mundo.
“Con las mascotas puedes ser tú mismo en la forma más auténtica, algo que a menudo no puedes hacer con otras personas. Por eso, cuando tu mascota muere”, dice, ”en cierta forma pierdes también una parte de ti”.
Atravesar el dolor cuando muere una mascota
Aceptar la realidad de la situación requiere que las personas reconozcan lo que sienten y experimentan al perder una mascota amada.
Es importante no caer en una conversación inútil con uno mismo (“debería haber…”, “podría haber…”, “ojalá hubiera…”), que puede interferir con el proceso de superar la pérdida. Volver al pasado y reconsiderar decisiones no cambiará la realidad de la situación. “En vez de eso, concentra tu energía emocional en la autenticidad: ‘lo echo mucho de menos. Estoy triste y enojado, estoy sufriendo’”, dice Bowen.
Habla sobre la muerte de tu mascota y busca apoyo social. En sacredsendoffs.com/grief puedes encontrar una lista de líneas de ayuda y grupos de apoyo para el duelo.
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“Compartir tu dolor con otros que han atravesado situaciones similares puede en verdad hacerte sentir menos solo”, dice Bartels.
También puede prevenir la aparición de problemas de salud, observa Bowen. Es posible que el dolor no procesado genere problemas de salud, entre ellos, problemas para dormir, dolor corporal y dolores de cabeza, dice. Una persona que está atravesando el duelo por una mascota también puede sentir que tiene poca energía y perder el interés en las actividades. Toma un día —o una hora, o un minuto— a la vez para ajustarte tanto a la pérdida como a las nuevas pautas de la vida diaria.
“En vez de pensar que tenemos que seguir adelante o superar el dolor o dejar de sentir congoja, posiblemente solo tengamos que encontrar un lugar donde depositar el amor que una vez derrochamos sobre nuestra mascota cuando estaba viva”, recomienda.
Algunos de los clientes de Bowen tejen mantas para animales enfermos y donan juguetes y otros artículos a los refugios locales de animales (quienes quieran donar los juguetes de su propia mascota podrían conservar uno o dos por motivos sentimentales). Si eso es muy difícil, Bowen sugiere repartir amor en general, por ejemplo, haciendo llamadas extras a tus hijos o a tus nietos o participando en servicios comunitarios.
¿Deberías buscar otra mascota?
Varias de las personas que entrevistó Bartels se apresuraron a buscar una mascota nueva para no tener que pensar sobre cuán afectadas estaban por la pérdida que habían sufrido. Ella no recomienda hacer eso.
“Puedes terminar sintiendo resentimiento por la nueva mascota porque la comparas constantemente con la anterior”, dice, y agrega que no hay un período oficial o perfecto que deba transcurrir entre la muerte de una mascota y la adopción de otra. “Algunas personas lo hacen en una semana, en un mes, en cinco años o incluso en diez. Debes escuchar tu voz interior y lo que necesitas, y eso es diferente para cada uno”.
Cole aún conserva las cenizas de Cassius en una biblioteca en la sala, dentro de una bella caja de madera, algo que se suponía sería una ubicación temporal antes de llevar la urna a un sitio de descanso más permanente en el jardín de atrás. Pero ella siente que no está lista para esa transición.
“No puedo hacerlo. No puedo enterrarlo”, dice. “Mi familia dice que es hora de actuar, y lo haré en algún momento, pero aún no estoy lista”.