El presidente chino, Xi Jinping, inicia su primer viaje a Rusia desde que ese país invadiera Ucrania el año pasado, y mantendrá conversaciones con su homólogo Vladimir Putin.
Nuestro editor de Rusia, Steve Rosenberg, y el corresponsal de China, Stephen McDonell, han analizado lo que cada parte busca obtener de las conversaciones y lo que sabemos sobre la relación entre los dos países.
Putin busca la ayuda de un amigo
Análisis de Steve Rosenberg, editor de Rusia
Imagina que eres Vladimir Putin.
Has comenzado una guerra que no ha ido según lo planeado; estás hasta el cuello de sanciones; y ahora la Corte Penal Internacional ha emitido una orden de arresto a tu nombre por crímenes de guerra.
Es en momentos como estos cuando necesitas un amigo.
Entra Xi Jinping.
El presidente Xi una vez llamó al presidente Putin su «mejor amigo«. Los dos tienen mucho en común: ambos son líderes autoritarios y a ambos les gusta la idea de un «mundo multipolar» desprovisto de la dominación estadounidense.
En Moscú se espera que firmen un acuerdo para «profundizar la asociación integral» entre sus dos países.
La visita de Estado del presidente chino es una clara señal de apoyo a Rusia -y a su presidente- en un momento en que el Kremlin se encuentra bajo una intensa presión internacional.
Y la relación de Rusia con China es fundamental para resistir esa presión.
«Putin está construyendo su propio bloque. Ya no confía en Occidente, y nunca más lo hará«, cree el periodista Dmitry Muratov, premio Nobel de la Paz.
«Por eso, Putin está buscando aliados y tratando de hacer de hacer un frente común con China, así como con India, algunas partes de América Latina y África. Putin está construyendo su mundo antioccidental».
En este «mundo antioccidental», Moscú depende en gran medida de Pekín, ahora más que nunca, mientras la guerra continúa en Ucrania.
«La guerra se ha convertido en el principio organizador de la política interna, la política exterior y la política económica de Rusia. Existe una obsesión por destruir Ucrania«, concluye Alexander Gabuev, analista del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
«Para eso se necesitan armas, dinero y un salvavidas económico. China proporciona a Rusia, como mínimo, componentes para armas y tecnología civil que puede usarse con fines militares. Indudablemente proporciona dinero».
Para contrarrestar las sanciones occidentales y apuntalar la economía rusa, Rusia ha estado impulsando el comercio con China, principalmente en el sector energético. Es de esperar que los oleoductos, gasoductos y canales de energía estén en la agenda de las conversaciones entre Putin y Xi.
Pero, una vez más, imagina que eres Putin. Hace un año, tú y Xi proclamaron que su asociación «no tiene límites».
Si eso fuera realmente así, ¿podrías esperar que China te ayudara ahora en Ucrania, proporcionando a Rusia ayuda letal y facilitando una victoria militar para Moscú? Estados Unidos afirma que China está considerando hacer precisamente eso. Pekín lo niega.
Como dicen en Rusia, «no hay nada malo en desear algo», pero eso no significa que vaya a suceder. Si algo ha demostrado el último año es que la «asociación sin límites» sí tiene límites.
En apariencia, por ahora, Pekín se ha mostrado reacio a brindar ayuda militar directa a Moscú por temor a desencadenar sanciones occidentales contra empresas chinas. En lo que respecta a Pekín: lo siento, Rusia… China va primero.
Ese mismo argumento se planteó sin rodeos hace poco en un programa de entrevistas de la televisión estatal rusa.
«Antes de la visita del presidente Xi a Moscú, algunos expertos aquí estaban sobreexcitados, incluso eufóricos», señaló el experto militar Mijaíl Jodarenok.
«Pero China solo tiene un aliado: la propia China. China solo tiene un conjunto de intereses: los pro-chinos. La política exterior china está completamente desprovista de altruismo».
Las señales de Xi a Putin solo pueden ir en tres direcciones
Análisis de Stephen McDonell, corresponsal en China
Oficialmente, la visita de Xi Jinping a Rusia tiene como objetivo promover los lazos bilaterales entre dos vecinos e, indudablemente, estos gobiernos aseguran estar acercándose cada vez más.
Habrá acuerdos que firmar, comidas y fotografías entre ambos.
Todo gobierno tiene este tipo de visitas, así que, ¿por qué se ha centrado toda la atención en esta?
Bueno, se trata de la visita del líder de una de las dos grandes superpotencias del mundo a un aliado, que resulta ser la persona que ha desatado una sangrienta invasión de otro país en Europa, en pleno 2023.
Muchos analistas se han preguntado qué haría China si estuviera claro que Rusia se enfrenta a una derrota clara y humillante en el campo de batalla.
El gobierno chino asegura que es neutral. ¿Daría simplemente un paso atrás y dejaría que ocurriera, o comenzaría a inyectar armas para darle al ejército ruso una mayor ventaja?
Una vez Xi llegue a Moscú, él y su homólogo ruso podrán hablar de otras cosas, pero toda la atención se centrará en la crisis de Ucrania.
Sus señales a Vladimir Putin solo pueden ir en tres direcciones:
1. Es hora de considerar retirarse e Ucrania con algún compromiso para salvar las apariencias.
2. Luz verde para seguir adelante o incluso entrar más fuerte.
3. Ni lo uno ni lo otro por parte del líder de China.
China acaba de negociar un acuerdo para que Irán y Arabia Saudita restablezcan relaciones diplomáticas. Está cada vez más preparada para inmiscuirse en asuntos mucho más allá de sus fronteras. Esto hace pensar que la opción tres sea poco probable.
Con la opción uno, si Pekín tratara de volver a reclamar la corona de pacificador mundial después del acuerdo entre Irán y Arabia Saudita, este sería un tanto a favor de Xi.
El principal problema con esa opción es hasta qué punto eso beneficiaría también a China.
La opción más sombría es la número dos, aunque hay una lectura según la cual la guerra de Rusia con Ucrania influye en la estrategia geopolítica de Pekín.
El Kremlin se está enfrentando a Occidente, consumiendo recursos de la OTAN y, cuanto más dure la guerra, más se pondrá a prueba el apetito del público occidental por nuevos conflictos en el caso de que el Ejército Popular de Liberación se movilizara para tomar Taiwán por la fuerza.
El cálculo de Pekín podría ser que, cuanto más dure esta guerra, menos gente querrá involucrarse en otra.
Las afirmaciones de neutralidad del gobierno chino tampoco coinciden con lo que publica la prensa estatal aquí.
Los informativos siguen la línea del Kremlin y dedican una gran parte de su cobertura a culpar a «Occidente» por el «conflicto». No hablan de «guerra» y jamás se referirían a una «invasión» de Ucrania.
En público, China asegura que se debe respetar la soberanía de todas las naciones (es decir, la de Ucrania), pero también las «preocupaciones legítimas de seguridad» de otros países (es decir, las de Rusia).
Sin embargo, no es Kyiv lo que está visitando Xi Jinping, sino Moscú.
Así que, cuando Xi deje la capital rusa en unos días, Putin estará preocupado por que el apoyo chino se esté tambaleando, o estará animado por el respaldo de una de las dos personas más poderosas del planeta.
La apuesta inteligente parece estar en esta última opción.