Nuestra mente piensa… es la razón de su existencia.
El problema surge cuando piensa demasiado, cuando se enreda en preocupaciones, cuando crea bucles de un pensamiento puntual o cuando anticipa un futuro que nadie puede saber cómo será.
La mente ha tomado el control de nuestras vidas, se ha convertido en la reina de nuestra existencia.
Y escuchamos su voz en todo lo que nos susurra, en cada pensamiento, en cada insulto que nos dirigimos a nosotros mismos.
Sin embargo, tenemos la capacidad de transformar esa voz autoritaria y enfadada, en una voz amable, llena de compasión y amor por nosotros mismos.
Los bucles de la mente pensante
Nuestra mente pensante vive en el cerebro, el creador de pensamientos. Y a nuestro cerebro, le encanta organizar las neuronas individuales, en redes neuronales, creando grupos de neuronas que se activan de manera rápida cuando en nuestro entorno hay amenazas.
En realidad, esta es una muy buena manera de economizar energía y dar una respuesta rápida. Pero lo que ganamos en rapidez, lo perdemos en detalle.
Así, podemos responder con estrés a situaciones que no son un gran amenaza real para nosotros, pero que para ese grupo de neuronas (hipersensibles), les parece que todo es una amenaza. Y es que cuanto más se activa una red neuronal, más fuerte se hace.
Los bucles de pensamientos y preocupaciones, nacen de estas redes neuronales organizadas de manera adaptativa a nuestras necesidades en un momento dado de nuestra vida. Lo que pasa es que nuestras circunstancias vitales, cambian.
Y podemos cambiar también la configuración de nuestro cerebro. Este es nuestro gran poder.
Podemos hacer varias cosas para salir de esos bucles repetitivos de pensamientos…
Observar ese bucle: En lugar de huir de él, quédate presente de manera consciente.
Identificar los pensamientos que llegan en cascada: Apúntalos para identificarlos bien.
Modificar los pensamientos negativos: Crea pensamientos neutrales basados en tu realidad.
Repetir ese contra-pensamiento para afianzar el cambio y re-estructurar esas redes neuronales.
El cambio de mentalidad requiere tiempo y paciencia, porque a nuestro cerebro le gustan las repeticiones, porque cuanto más repetimos algo, más se afianza .
Uniendo inteligencia y sabiduría
Si bien la mente pensante se localiza en el cerebro, nuestro mundo emocional está distribuido por todo el cuerpo.
Hay un tipo de inteligencia silenciosa que tiene la capacidad de guiarnos cuando la escuchamos atentamente: la intuición.
La intuición es una sabiduría ancestral que todos poseemos y que se almacena en nuestras células, aunque especialmente podemos contactar con ella en el corazón y en el intestino.
Es esa sensación de saber algo con certeza, aunque no sepamos muy bien cómo lo sabemos. Nos ayuda en la toma de decisiones aunque no siempre la escuchamos porque a veces no nos gusta lo que susurra. La intuición se puede expresar de varias maneras…
Ese nudo en el abdomen que nos avisa de un peligro.
Esas mariposas que nos indican que vamos por buen camino.
Esa apertura en el corazón que nos permite ser nosotros mismos.
Esa seguridad de que cierta decisión es la correcta para nosotros.
Anticiparnos a ciertas cosas que luego se hacen realidad.
Sentirnos conectados a otras personas o a una fuerza más grande que uno mismo.
Como puedes comprobar, la intuición tiene algo de mágico y misterioso, por eso puede parecernos una locura escuchar esas señales de nuestro cuerpo, pero cuando lo hacemos y seguimos sus consejos, nuestra vida suele ir por buen camino.
El problema es que la intuición se expresa por medio de sensaciones y la mente es más fuerte con sus pensamientos en bucle y rumiaciones.
Por eso, para conectarnos con el cuerpo y la intuición, debemos frenar, escuchar nuestro cuerpo, crear momentos de calma externa e interna para poder contactar con esta voz que es nuestra sabiduría más profunda… sabiduría acumulada en nuestra vida, pero creo que también es la sabiduría de nuestros antepasados, que ha quedado codificada en nuestros genes y que se encuentra dormida en cada célula del cuerpo.
Por eso nuestra inteligencia no se encuentra solo en la mente, en realidad se halla en todo nuestro cuerpo.
Conectar con nuestro cuerpo a través de la respiración calmada y serena, es una muy buena manera de crear el espacio interior adecuado para conectar con nuestra sabiduría más profunda, para escuchar la voz de la intuición.