Los restos mortales de al menos 182 niños indígenas han sido descubiertos en un antiguo internado católico de Canadá. Se trata del tercer hallazgo en dos meses y que ha provocado una ola de quema de iglesias a lo largo del país.
En la Columbia británica, incluso, van a poner vigilancia a sus templos, porque, aunque aún no hay una vinculación oficial, estos incendios ocurren justo después del desolador hallazgo. A lo largo de los últimos meses se han localizado más de mil tumbas de niños indígenas en estos centros cristianos repartidos por todo el país.
En esos lugares confinaron y torturaron salvajemente a más de 150.000 menores durante el siglo XX. Los separaban de sus familias, les daban nuevos nombres y se les prohibía hablar en sus idiomas.
Así lo recuerdan algunos de los supervivientes. «Nos cortaban nuestros largos cabellos y nos rociaban con insecticida». Hablan de torturas y de golpes diarios, pero para muchos de ellos, fue aún más aterrador y es que se estima que alrededor de 4.000 niños fueron asesinados.
Por el momento se han encontrado tres fosas que lo certifican. En la primera, localizada en mayo, hallaron 215 tumbas. Unas semanas después, fueron 751. Y esta misma semana han encontrado 182 nuevos restos.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, ha pedido perdón, reiterando una condena a los crímenes contra indígenas del Gobierno en 2008, y asegurando que esto equivale a un «genocidio».
Mientras, los hallazgos se suceden causando un insoportable dolor a su pueblo, y la investigación de las autoridades continúa con el objetivo de remediar una discriminación racial durante generaciones.
Los nativos exigen también un perdón del Vaticano que se hace esperar. Aunque el papa se ha pronunciado sobre los hallazgos de los cadáveres en espacios católicos y lo considera «inquietantes».