Los testigos y los rescatistas relatan un momento dramático.
Una embarcación con decenas de migrantes comenzó a «hacerse pedazos» cerca de una playa de San Diego, California, lo cual hizo saltar al mar a todos los que iban a bordo.
«Había gente en el agua ahogándose, siendo succionada por la corriente», recuerda Jeff Stephenson, jefe de sector de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), sobre el incidente ocurrido el pasado 1 de mayo.
Gritaban y hacían señales de auxilio en medio de fuertes olas y rocas de acantilado en Point Loma, donde algunos testigos se arrojaron al mar para ayudarles mientras llegaban los rescatistas.
En cuestión de minutos, el barco comenzó a desintegrarse con el golpe de las olas. Al final salvaron a 32 personas que tuvieron que ser hospitalizadas, pero dos hombres y una mujer murieron ahogados.
«Es probablemente uno de los mayores accidentes que hemos visto aquí. Es una tragedia. En mis 26 años aquí, esta es probablemente la peor tragedia», explicaba a los reporteros James Gartlant, jefe de la unidad de salvavidas de San Diego.
A excepción del hombre que iba al timón, todos eran migrantes indocumentados que buscaban llegar a EE.UU. a través del mar.
A medida que las opciones para pedir asilo se reducen, y el muro fronterizo de EE.UU. se ha vuelto más alto, más largo y más vigilado, muchos se ven empujados a buscar puntos débiles o alternativas.
Una opción es intentar cruzar por el mar, una vía que siempre ha estado ahí pero que no muchos se atreven a tomar. Incluso un «pollero» que se ha dedicado a llevar a indocumentados desde hace décadas dice a BBC Mundo que prefiere no arriesgarse.
«Tuve un accidente, no fue grave -se quebró el velero y ya no pude avanzar más en cinco días-, pero ya no me quedaron ganas de arriesgar por ahí«, señala Gustavo (no es su nombre real).
A pesar del peligro que representa esa ruta, en el último año las autoridades migratorias de EE.UU. han visto un aumento «dramático» de 92% en los casos de embarcaciones que llevan migrantes en las costas de California.
La travesía desde Baja California
La fortificada valla que divide a México y EE.UU. se hace pequeña y oxidada cuando toca las aguas del Pacífico entre la ciudad mexicana de Tijuana y la estadounidense de San Diego.
En ese punto suelen reunirse grupos de migrantes que han llegado de otras partes de México, Centroamérica, el Caribe -e incluso Europa y África- y que observan que el «sueño americano» está tan cercano.Es común ver a migrantes cerca de la frontera en donde termina la valla fronteriza en Tijuana, México.
Muchos están desesperados. Llevan ahí semanas o meses, esperando en albergues cercanos a que sus peticiones de asilo sean admitidas en EE.UU., o que sus familias reúnan los miles de dólares que piden los «polleros» para llevarlos al otro lado.
«Para el migrante que está frustrado, en un estado muy desesperado, cuando están contemplando las diferentes formas de pasar hacia EE.UU., cruzar por una lancha o bote podría parecer un modo más práctico», dice a BBC Mundo Pedro Ríos, jefe de la oficina en San Diego de Amigos Americanos, una ONG de defensa de migrantes.
Pero la travesía por el mar inicia lejos del muro fronterizo.
A decenas de kilómetros al sur, en las playas cercanas a Rosarito y Ensenada, Baja California, es donde los traficantes llevan a los migrantes para subirlos en embarcaciones que van desde yates, barcos medianos o lanchas ligeras conocidas como «pangas».
Lo que los traficantes no le explican a esos migrantes es que enfrentarán un camino muy riesgoso, y soportar muchas horas, incluso días, detrayecto.
«Usan lanchas viejas, sin mantenimiento, con motores que no saben si van a aguantar. Es mucho el esfuerzo que hace el motor para que haga empuje», explica Gustavo, quien dice que ha llevado gente a EE.UU. desde que tenía 13 años.
El paso por el mar
Las costas en esa región del Pacífico, en ambos lados de la frontera, están llenas de acantilados y riscos.
Solo hay algunas playas de arena en puertos turísticos en el lado mexicano, por lo que los «polleros» tienen pocos puntos para zarpar sin la vigilancia de las autoridades.
Prefieren viajar de noche para evitar ser detectados. Así que se adentran en el océano cuando la marea está creciendo, lo que supone un primer riesgo.
«El clima impredecible, las fuertes corrientes y las gélidas temperaturas del agua crean un ambiente implacable«, dice a BBC Mundo Jason Givens, un portavoz del CBP.
La oficina de Operaciones del Aire y Marinas del CBP despliega diariamentebotes y aeronaves con sensores para detectar movimientos sospechosos, incluso en altamar.
Por eso, las embarcaciones con migrantes tienen que hacer muchas pausas en el camino. Hay pequeñas islas en las que aguardan a que los patrullajes se alejen para continuar su rumbo.
«Las embarcaciones de contrabando no suelen operar con el equipo de seguridad adecuado, por lo general sin luces, ni sistemas de navegación o de comunicación», señala Givens
«A diferencia de hacer una entrada ilegal a través de la frontera terrestre, si hay problemas en el mar, el rescate es mucho más difícil y potencialmente imposible. Eso si es que llegan a comunicarse al personal de rescate».
Para tener más oportunidades de éxito, los «polleros» pueden intentar llegar mucho más allá de San Diego, a las playas de Oceanside, San Clemente o incluso Los Ángeles y San Francisco, a cientos de kilómetros desde su punto de partida.
Gustavo dice que cuando él cruzó a gente por el mar, llevaban entre 10 y 15 personas.
Pero que la «ambición» actual de muchos «polleros» hace que lleven varias decenas de hombres, mujeres y hasta niños, hacinados y sin comida o agua suficiente.
«Esas personas piensan que llevan pescado (….) Y el peso no da para el motor, se sobrecalienta y va a explotar», dice el pollero.
El peligroso desembarque
Llegar a las costas de California no es el fin del peligro, sino el punto más crítico del viaje.
El agua de esta franja oceánica es fría, influenciada por las corrientes de Alaska. En invierno llega a descender hasta los 2 ºC.
A pesar de esto, el desembarque comúnmente ocurre en el agua.
«El principal peligro es que no sepan nadar. Porque la gente que los lleva ni les advierte», dice Gustavo.
«Si les dicen eso, desde el principio la gente no se va a querer ir. Los dejan a cierta distancia de la orilla, donde todavía está hondo. Y a ellos [traficantes] no les interesa. Ellos llegan, vacían y se regresan. Eso puede hacer que se ahoguen los que no sepan nadar», explica.
Tras salir hasta la playa, los migrantes entonces son entregados a un «contacto» que ya los espera con un vehículo para ser trasladados sin ser detectados.
Emma Ramírez, quien atestiguó el incidente ocurrido en San Diego el 1 de mayo, dijo a la cadena Telemundo que los migrantes aseguraron que salieron a las 11 de la noche del día anterior y que se quedaron sin gasolina seis horas después.
Al quedar a la deriva, la embarcación llegó al punto rocoso donde rompen las olas y comenzó a hacerse pedazos.
El aumento «dramático» de casos
El cruce por el mar es uno de los más costosos.
Según la acusación judicial contra el hombre que dirigía el barco naufragado en San Diego, los migrantes declararon haberle pagado entre US$15.000 y US$18.000 por ser llevados.
En cambio, el cruce por tierra puede costar unos US$8.000, explica Pedro Ríos.
A pesar de ser un viaje costoso, los casos de detección de embarcaciones han aumentado constantemente a partir de 2017, según las cifras del CBP.
«Hemos visto un aumento dramático en la cantidad de intentos de contrabando marítimo recientemente», señaló el jefe de la Patrulla Fronteriza en el sector de San Diego, Aaron Heitk, quien explicó que en el último año la subida fue de 92%.
En lo que va del año fiscal 2021 (desde el 1 de octubre pasado) se han dado 909 detenciones y 76 embarcaciones detectadas. Esos números muestran que este año está camino a superar al periodo anterior.
Jason Given dice que las organizaciones criminales ven a los indocumentados «como una mercancía« de la que pueden beneficiarse, sin cuidar su seguridad.
«Buscarán cualquier forma de realizar su actividad criminal, ya sea por tierra o por mar. El océano es, en muchos sentidos, solo una forma más de contrabando y no es nada nuevo para el sector de San Diego».
Pedro Ríos, por su parte, explica que es un fenómeno que defensores de migrantes han visto en aumento desde hace 15 años.
«Este fenómeno se da a raíz de que la frontera se ha fortalecido desde mediados de los años 90, cuando se incrementó la presencia de autoridades migratorias en las zonas urbanas y obligó a los migrantes a buscar otras maneras de cruzar con más riesgos, en el desierto, en las montañas o en el mar», explica.
De lo que muchos migrantes no se enteran, sin embargo, es que en el mar también ocurren muertes de manera similar que en la zona del desierto entre México y EE.UU.
Las autoridades del CBP dicen que no tienen un registro de fallecidos por este tipo de casos en el mar.
Pero la Organización Internacional de Migraciones, que realiza un seguimiento de casos con cifras oficiales y reportes de medios, indica que«ahogamiento» y «posible ahogamiento» estuvieron entre las tres principales causas de muertes de migrantes en la frontera de México-EE.UU. en 2020 y lo que va de 2021.
El año pasado ocurrieron alrededor de 40, número que también incluye los decesos ocurridos en el río Bravo/Grande de la frontera de Texas con México.
«Hay más noticias sobre las muertes que ocurren cuando intentan cruzar por el desierto, y no tanto de las que ocurren por el mar», señala Ríos.
Pero tanto el desierto, los accidentes en el muro y el mar pueden ser igualmente de peligrosos.