Uruguay, hasta hace poco un modelo latinoamericano por contener la pandemia del coronavirus sin recurrir a la cuarentena, se encuentra ahora con una vorágine que presiona su sistema de salud. Pese al avance explosivo y el clamor de los gremios médicos, el presidente Luis Lacalle Pou se resistió a confinar a la población por “una cuestión de principios”, priorizó “la libertad del individuo” y optó por no detener su economía al tiempo que mantenía la elevada tasa de realización de pruebas en América Latina.
En abril de 2020, en el país se reanudó la industria de la construcción, cafés y restaurantes. En mayo arrancaron los gimnasios. Junio marcó el regreso de centros comerciales y la autorización de espectáculos públicos sin aglomeraciones. El fútbol retornó el 15 de agosto, sin público.
Ese modelo colapsó expectativas. Uruguay dejó de ser el ejemplo exitoso y se convirtió en el país que lidera los contagios a nivel mundial aunque, al igual que Chile, enfrenta la paradoja de ser al mismo tiempo uno de los que más ha avanzado en la campaña de vacunación.
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Según la página Our World in Data, que sistematiza información oficial sobre la COVID-19, la nación encabeza la lista con 837 casos nuevos por cada millón de habitantes, lo que supera el registro del resto de los países y confirma la tendencia acentuada desde hace dos meses.
grupo larepublica
Foto: captura
De acuerdo a información oficial, de los 10.912 análisis efectuados este lunes 5 de abril, hubo 647 positivos, a los que se agregan 1.562 correspondientes a días anteriores y no reportados previamente, por lo que el total de casos nuevos asciende a 2.209 y el de acumulados desde el inicio de la pandemia a 119.958. En este momento, en Uruguay hay 24.770 personas que tienen la enfermedad, de las que 404 están en cuidados intensivos.
Hasta febrero, el país seguía siendo uno de los países menos afectados en cuanto a número de contagios y muertes, lo que en parte se explicaba debido a su tamaño, ya que cuenta con apenas 3,5 millones de habitantes. Sin embargo, las estadísticas comenzaron a aumentar al resentir el impacto de la llegada de las variantes brasileñas, en especial la que surgió Manaos, que es más contagiosa y peligrosa.
A fines de marzo, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indicó que la situación uruguaya era “alarmante”. Carissa Etienne, directora del organismo, adjudicó esta alza al recrudecimiento de la pandemia en Brasil, cuya emergencia ha puesto en jaque al resto de Sudamérica.
Por ahora, el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH), que aconseja al Gobierno uruguayo, ha pedido al mandatario Lacalle Pou “claridad posible” para informar sobre las variantes P-1 y P-2 del coronavirus.
GACH recomienda “fortalecer la vigilancia epidemiológica y genómica” y la reducción de aforo en el transporte público, las reuniones solo entre convivientes, el teletrabajo o la restricción de la movilidad entre la medianoche y las 6.00 horas. Respecto a la vacunación, ya hay un 20,77% del país con la primera parte de la vacunación y un 2,73% completamente inmunizados.