A pesar de que se sabía que solo un milagro podía devolverle la salud al escritor Pedro Novoa (1974-2021), la noticia de su muerte llegó casi al mediodía del último sábado —a través de las redes sociales— como un golpe terrible, certero e inopinado en medio del pecho. Un cáncer voraz había terminado por excluirlo de este mundo.
Y todo se tiñó de tristeza. Para muchos, saltaron los recuerdos de su figura por las veredas del jirón Quilca, los momentos de charlas rockoleras o en los ceremoniales de las presentaciones de sus libros y libros de otros, en donde Pedro Novoa también tenía una voz, una opinión. Un escritor, como anotaremos más adelante, escribía en abanico con la preocupación de no perder nivel en uno u otro género.
Es conmovedor leer en las redes sociales las muestras de hondo pesar de sus colegas escritores, docentes universitarios y de sus numerosos estudiantes, principalmente de la Facultad de Educación de la UNMSM. Uno de sus colegas, el profesor sanmarquino Yolvis Ocaña, apuntó algo preciso en su cuenta de Facebook: “Toda muerte trae dolor, pero es más terrible cuando se va alguien en pleno vigor físico e intelectual con mucho por aportar en la vida”. Y se puede añadir que ese dolor se incrementa, aún más, cuando sabemos que Novoa Castillo deja hijos pequeños.
Sí, un cáncer de colon en pocos meses melló su salud. Su familia y muchos amigos se pusieron a su lado para que el autor de La sinfonía de la destrucción (2017) venza el mal. Lamentablemente, la enfermedad se aceleró a causa de la incuria y la morosa burocracia de nuestro sistema sanitario, y de la insensibilidad de algunas autoridades. Es una pena que, en sus últimos días de vida, el escritor haya tenido que pelear también contra esas taras de nuestra sociedad.
Registro polifacético
Pedro Novoa fue un escritor de mucho talento que desarrolló diferentes géneros literarios. Abordó el teatro, el ensayo, la poesía y la narrativa. Obtuvo numerosos premios a nivel nacional como internacional. En el ámbito de la narrativa, recibió el Premio Nacional Horacio 2010 por su novela Seis metros de soga (2012) y fue el ganador del Primer Premio Internacional de Novela Corta Mario Vargas Llosa con su magnífico libro Maestra vida (2012). El 2016 se hizo acreedor del primer lugar en el concurso “Cuento de las mil palabras”, de la revista Caretas con su relato “Inmersión”.
Como narrador, Novoa transita dentro de los parámetros del neorrealismo urbano. Con sus libros mencionados y con otros como Tu mitad animal (2014), se muestra como un seguidor de la línea iniciada por Enrique Congrains y Julio Ramón Ribeyro, vertiente que supo fortalecer con historias descarnadas e irreverentes, que muestran una visión cuestionadora de nuestra sociedad y que ahondan en los recovecos más oscuros del ser humano.
Su domino técnico y su habilidad para recrear la jerga popular limeña lo muestran como un continuador de la producción literaria de Mario Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso, escritores a quienes admiraba y quienes supieron reconocer su calidad artística.
Otra marca particular de los libros de Novoa es que sabe otorgarle a su lenguaje los términos y giros lingüísticos de su tiempo y un ritmo pausado o galopante a su prosa, según la escena narrada.
Su versatilidad como escritor le permitió también explorar con solvencia los difíciles espacios de la literatura fantástica y ciencia ficción, como se aprecia en su libro Cacería de espejismos (2013), donde aparece su original y desconcertante relato titulado “Al revés, el cuento”.
Tenemos la certeza de que su aporte literario perdurará entre nosotros y entre lo que vendrá, porque ese es el destino de todo trabajo artístico donde se conjuga, la experiencia de vida, la sensibilidad social, el talento y el trabajo infatigable.