El estado de Sao Paulo, el más rico y poblado de Brasil, volvió este sábado a la «fase roja» de restricciones para evitar el colapso hospitalario en el período más letal de la pandemia en el país.
La fase de alerta máxima se prolongará hasta el 19 de marzo en todo el estado de 46 millones de habitantes (casi un cuarto de los 212 millones de brasileños).
Las calles de la capital económica de Brasil estaban prácticamente vacías de coches y peatones como consecuencia del cierre al público de parques, bares, restaurantes, museos y comercios considerados no esenciales, constató la AFP.
Lo único que funciona son las áreas de salud, alimentación y transporte público, entre otras. También fueron calificadas de esenciales las escuelas y las iglesias, siempre que sigan los protocolos sanitarios.
El pasado miércoles, el gobernador Joao Doria anunció la medida -que ya se había tomado unos días en torno a las fiestas navideñas- ante el dramático aumento de casos y muertos en todo el país, el segundo con más muertos (262,000), solo por detrás de Estados Unidos.
Un día antes el estado alcanzó un récord de muertos en 24 horas: 468.
Las cifras globales muestran que Sao Paulo es el que cuenta con mayor número de fallecidos (61,064) y de casos (casi 2.1 millones) desde el inicio de la pandemia.
Pero está menos afectado en términos relativos que otros estados (133 muertos por cada 100,000 habitantes frente a los 194 en Río de Janeiro y los 270 de Amazonas).
Su red hospitalaria vive el momento de mayor presión en un año, con por los menos el 100 % de ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos (UCI) en 19 centros estatales.
Otros estados y municipios del país, entre ellos Río de Janeiro, Minas Gerais (sudeste), Bahía (nordeste) o Rio Grande do Sul (sur), reimpusieron medidas de cuarentena, desde el cierre total de actividades no esenciales hasta restricciones por horarios y toques de queda nocturnos.
La situación sanitaria en Brasil «es muy seria», según dijo el viernes el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus.
El promedio semanal de decesos se sitúa por encima de 1,000 desde el 20 de enero, por primera vez desde agosto de 2020, y supera desde este viernes los 1,400.