Los teclados están desterrando el papel y el bolígrafo a la hora de escribir y en el caso de los niños no es una excepción. Incluso los centros escolares incorporan el uso de dispositivos electrónicos para que sus alumnos estudien. Pero, ¿qué se pierden nuestros hijos cuando dejan de escribir a mano? De entrada, parte de su individualidad comunicativa, ya que “en la escritura a mano se expresa nuestra personalidad. Cada uno de nosotros tenemos una letra con un tamaño, inclinación, orientación y trazo diferente. La escritura requiere procesos diferentes en cada niño, según su tipo de enseñanza o su propia red neuronal encargada, entre otras habilidades, del funcionamiento emocional y de su movimiento corporal, en este caso manual”, explica Montserrat Díaz Rosell, Doctora en Medicina Traslacional Neuropsicóloga del Centro Integral San Lorenzo. Este sábado 23 de enero se celebra el Día Mundial de la Escritura a Mano, dedicado especialmente a la caligrafía y su función en el aprendizaje.
Cuando un niño escribe a mano, se entrenan y activan varias habilidades. “La escritura es fundamental para el desarrollo de áreas cerebrales de los niños, que de otra forma no se pueden estimular, como las cognitivas, ya que se pone en funcionamiento el proceso de escoger determinado tipo de letra y desarrollar el movimiento adecuado con la mano para escribir. También se activa el área de la memoria, debido a que es preciso recordar cómo se escriben las palabras. Además, para escribir a mano, es necesario tener la capacidad de detectar errores; comprobar; modificar contenidos y expresiones, así como una planificación inicial y organización de ideas estructuradas”, añade Díaz.
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Un niño que escribe con bolígrafo o lápiz en un papel “desarrolla la coordinación entre ojos y mano, se desarrolla la capacidad de regular la fuente de luz de manera natural y no determinada por una pantalla, se estimula la creatividad y la habilidad de la expresión del mundo emocional a través del uso de trazos, colores, formas y de diferentes presiones con el lápiz sobre el papel. De esta manera, los niños desconectan un tiempo del uso de las pantallas que les provocan sobreestimulación y aprenden a que no siempre se depende de la electricidad para hacer actividades”, concluye la neuropsicóloga Montse Díaz.
La magia de escribir a mano que ayuda a los niños a leer
Aprender a escribir a mano facilita el aprendizaje, la adquisición de la lectura y estimula la memoria, porque su práctica “precisa de un buen control con respecto a la psicomotricidad fina; coger un papel y un lápiz pone en funcionamiento aspectos motores que no se dan cuando tecleamos, ya que implica mantener la mano en una determinada posición y medir la fuerza que ejercemos en el papel para trazar las letras. Escribir a mano y dibujar provoca que haya mucha más actividad en áreas sensoriales y motoras del cerebro que cuando se teclea en un ordenador. En concreto, se estimulan áreas frontales inferiores, sobre todo el área de Broca, fundamental para el procesamiento del lenguaje. Escribir a mano activa áreas cerebrales que también están implicadas en la memoria y facilita la codificación de nueva información. Por ello, cuanto más se utilicen, mejores serán las condiciones para el aprendizaje de los niños”, comenta Erika Jiménez, neuropediatra del Hospital Rey Juan Carlos Móstoles de Madrid.
La escritura a mano se puede compaginar con el uso de los teclados, “ya que con los dispositivos tecnológicos se aprende la posición de cada letra, lo que también favorece las conexiones cerebrales. Sin embargo, cada cosa tiene su tiempo. Es aconsejable que los niños pequeños aprendan a escribir a mano para facilitar el aprendizaje de la lectura o el desarrollo de la psicomotricidad y, ya en los últimos cursos de primaria, podría introducirse el aprendizaje del teclado a ciegas”, añade la neuropediatra.
Animar a nuestros hijos para que disfruten de la escritura manual
Desde casa, se puede motivar a los niños para que disfruten del uso del lápiz y el papel, con ideas, como:
Plantear el escribir a mano o dibujar como un juego. Los niños aprenden jugando y desde que tienen alrededor de tres años pueden comenzar a garabatear con lápiz y papel para entrenar su capacidad de imitar trazos con dibujos y formas creativas.
Aprovechar la capacidad de imitación de los niños. Si nuestros hijos ven que, además de los teclados, cogemos bolígrafo y papel, querrán participar con nosotros en la actividad.
Crear una rutina que incluya escribir o dibujar. Si creamos el hábito de dedicar todos los días un rato con nuestros hijos para utilizar papel y lápiz será más fácil que interioricen la costumbre de escribir a mano o dibujar.
Usar materiales atractivos para que los niños usen papel, lápiz o pinturas, como en el caso de los mandalas, pizarras o blocs de dibujo que también fomentan su creatividad.